CARAQUEÑOS DESCONECTADOS
LA DESINFORMACIÓN SE HA VUELTO COTIDIANA
Más de 5 millones de venezolanos viven en desiertos informativos de acuerdo con el Instituto de Prensa y Sociedad (Ipys). Los desiertos de noticias son zonas rurales y urbanas que no son cubiertas por medios de comunicación y sus habitantes no tienen acceso a las noticias. Aunque es una situación que se agudiza en el interior, los vecinos de las zonas populares de Caracas, en plena capital del país, viven su día a día desconectados de las noticias y con dificultades para acceder a la información.
En Venezuela existen más de seis leyes para regular las comunicaciones. Desde el gobierno de Hugo Chávez, hace más de 20 años, se ha ido modificando toda la estructura de medios, cambiando no solo las fuentes de información sino también las formas de acceder a ella y, en consecuencia, los hábitos informativos de los ciudadanos.
El cierre de grandes medios nacionales como la salida del aire de Radio Caracas Televisión al serle negada la renovación de la concesión, luego de 50 años de transmisión, o embargo al diario El Nacional, tras 77 años en circulación, han marcado puntos de giro en la historia contemporánea del país, pero principalmente en las formas en las que se informan los venezolanos, quienes se han quedado sin sus referentes informativos.
En 2013, existían 121 periódicos en Venezuela. En junio del 2021 solo quedan 22, de los cuales 9 están en Caracas, capital del país. De acuerdo con datos de Prodavinci, el ecosistema de periódicos impresos perdió el 87% de su tamaño en los últimos 7 años. Este mismo patrón se repite en todos los medios, 92 emisoras fueron cerradas en 12 años y 213 violaciones limitaron las labores informativas en el primer semestre del 2021.
Para Andrés Cañizales, especialista en censura y desinformación, todo lo que ha sucedido en los últimos años en políticas de censura gubernamentales, tiene un impacto en el ciudadano. Cuando se cierra un medio de comunicación se enfatiza el número de periodistas que quedan desempleados o las violaciones al oficio; sin embargo, para Cañizalez, lo fundamental es la cantidad de ciudadanos que se quedan sin su medio de referencia.
Esas personas, esas audiencias que quedan desatendidas con el cierre de un medio difícilmente migraran a un nuevo medio digital. Por desconocimiento, por motivos económicos… esas audiencias pasan a un limbo informativo, eco de rumores.
De acuerdo con Naciones Unidas el acceso a internet es un derecho humano que constituye un medio para el ejercicio de otros derechos. Sin embargo, mientras en el mundo se desarrolla la cuarta revolución industrial, en Venezuela el 60% de la población no tiene acceso a internet en su hogar, de acuerdo con el estudio del Observatorio Venezolano de Servicios Públicos.
Según el índice global Speedtest, en septiembre de 2021, la velocidad de conexión fija en Venezuela se ubica en el puesto 131, mientras que la conexión móvil ubica al país en el puesto 136 de 138 naciones evaluadas.
Apagones eléctricos, cortes de fibra óptica, robo de equipos. Todos estos escenarios comunes dentro de la cotidianidad venezolana, afectan la conectividad de los ciudadanos. Solo durante el mes de septiembre de 2021, se registraron 26 casos de fallas de estructuras y servicios que afectan la conectividad en los 23 estados del país.
Para la abogada María Teresa Garrido, especialista en derechos civiles y libertades informativas, la información no puede competir con el hambre o con la urgencia de una nevera vacía. Garrido señala que el añadir una capa de dificultad para acceder a las noticias y buscar un medio de comunicación que pueda dar la información que se necesita, hace que la actividad se pierda entre las complicaciones del día a día; hace que el informarse deje de ser prioritario.
Como consecuencia a la crisis humanitaria compleja que vive el país, el esfuerzo cotidiano de gran parte de la población se centró en ver cómo sobrevivir y se desconectó de las noticias. “Muchas personas no quieren saber que tan mal estamos. Si esa noticia no aporta información útil para la vida diaria de las personas se vuelve irrelevante para quien lo consume”, dice Garrido.
La brecha económica se vuelve una brecha comunicativa cuando las personas dejan de tener recursos para estar informados, para acceder a más canales y medios informativos. De acuerdo con Cañizalez, la desinformación en zonas populares de Venezuela, no está asociada a que la gente no pueda acceder a la información, sino a que las personas tan solo logran acceder a una sola versión de lo que ocurre, dado que no tienen otra manera de saber lo que está pasando más que por radio y televisión. “Las personas tienen una visión oficial, una visión que esta coartada por el poder”.
Este trabajo es un ejercicio de reflexión, de aterrizar las cifras dentro de la cotidianidad y ver, desde un huequito, cómo es la vida de esos 5 millones de venezolanos que viven en desiertos informativos y cómo es su relación con las noticias.